Back

Los 4 evangelios

CONTENIDOS LIBROS DE TEXTO

PARTE 5
EL EVANGELIO DE JUAN

EL EVANGELIO DE JUAN

La tradición de que el apóstol Juan es el autor del Evangelio ha generado una discusión considerable y una investigación extensa. Aquellos que examinan las mismas evidencias internas y externas a veces llegan a conclusiones diferentes.

La información externa más importante en cuanto a la autoría del Evangelio viene de Policarpo, quien murió como mártir en Esmirna, Asia Menor, en el año 156, cuando tenía la edad de 86 años. Policarpo afirmo haber estado asociado con el apóstol Juan; la afirmación en cuanto a esta relación aparece en una declaración de Irineo relatada por Eusebio. En cuanto a la autoría del cuarto Evangelio, Irineo dijo: “Juan, el discípulo del Señor, quien se recostó sobre su pecho, el mismo publicó un Evangelio durante su residencia en Éfeso, Asia”. Irineo identificó al cuarto evangelista como Juan y lo asoció con el discípulo amado mencionado en Juan 13:23. Creemos que la información de Irineo se originó con el testimonio de Policarpo. También Clemente de Alejandría y Tertuliano afirman lo mismo. Aunque mucha de esta evidencia aparece en un periodo posterior al que desearíamos, descubrimos que la evidencia es unánime al afirmar la autoría juanina del cuarto Evangelio.

Paternidad del evangelio debatida: Hay quienes encuentran una grieta en este fuerte testimonio al notar las palabras de Papías, otro contemporáneo de Policarpo, quien también puede haber sido un alumno de Juan. Eusebio cito las palabras de Papías y encontró evidencia para la existencia de otro Juan, a quien llamo Juan el anciano. Sin embargo, un examen de la declaración de Papías sugiere que probablemente estaba usando el termino anciano (presbítero) como una referencia a un apóstol; la afirmación llega a ser otro testimonio para la paternidad literaria de Juan para el cuarto Evangelio.

Evidencia interna para la autoría juanina: Ha sido motivo de mucha disputa. Pero el asunto clave en cuanto a la autoría depende de la identificación del “discípulo amado” en el Evangelio. Este aparece en la última cena, cuando se reclina cerca de Jesús y transmite una pregunta de Pedro (13:23-25). En la cruz el recibió una comisión especial para cuidar de María (19:26,27). Al saber que la tumba estaba vacía corrió delante de

Pedro para llegar primero a la tumba (20:2-9). En 21:24, 25 se lo identifica como “el que escribió estas cosas”. Si asumimos que escribir incluye la producción del material, y que “estas cosas” es una referencia a todo el libro y no solo al capítulo 21, entonces el discípulo amado es el autor del cuarto Evangelio.

Juan: Escribió su Evangelio después del año 95. El idioma utilizado fue también el griego. El lugar parece claro: la isla de Patmos a la que el apóstol había sido desterrado por Domiciano (Emperador romano del 81 al 96 después de Cristo). Tras su llegada al trono, Domiciano se hizo llamar Señor y dios nuestro y pretendía que los visitantes le besasen los pies. Cortó la cabeza a los cristianos porque rechazaban su divinidad.

Juan: El más joven discípulo al que Jesús cariñosamente apodaba «el hijo del trueno». El cuarto evangelio es el de Juan, que no sigue el esquema de los Sinópticos y dispone de fuentes propias. Además del evangelio, Juan escribió el famoso libro de Apocalipsis. Una obra literaria que ha cautivado los corazones de generaciones enteras por su estilo y declaraciones proféticas. Juan nos presenta a una iglesia que vencerá gracias a Cristo resucitado.

Que se impondrá al mal (Poder de las tinieblas) y que traerá el Reino de Dios a todos los hombres que se arrepientan de sus pecados.

Fecha: La fecha para la escritura del cuarto Evangelio varía desde antes del año 70 hasta un periodo bien entrado el siglo II; la mayoría de las sugerencias cae entre los años 80 y 100. El descubrimiento en 1935 de un fragmento de Juan 18 ha forzado el abandono de las fechas del siglo II. El trozo, conocido como Fragmento Rylands y numerado como p52, proviene del año 135 d. de J.C. Sugiere que el escrito original del Evangelio ocurrió varias décadas antes. Una fecha temprana da tiempo para el copiado y difusión del Evangelio aun a los desiertos de Egipto, donde fue encontrado.

La fecha exacta es debatible. J.A.T. Robinson defendió una fecha temprana para el Evangelio sugiriendo que el templo aún estaba en pie cuando se escribió el Evangelio. Agrego: “Por lo tanto no creo que hay algo en el lenguaje aun del prólogo juanino que demande una fecha posterior a la década del año 60 en el siglo I”. A pesar de la discusión cuidadosa de Robinson, su acercamiento no ha recibido una aceptación amplia.

A fines del siglo primero. Aunque no se pueden hacer afirmaciones dogmáticas en cuanto a la fecha, hay más detalles internos y externos que señalan a una fecha tardía (fines del siglo I) más bien que para una fecha temprana. Irineo sugirió que Juan fue el último evangelista en producir su Evangelio. La afirmación acerca de la muerte del discípulo amado (21:23), si se toma como una referencia a Juan el apóstol, tiende a apoyar una fecha tardía. El lenguaje del Evangelio de Juan en cuanto a la deidad de Jesús (10:30) y de su preexistencia (1:1; 8:58) tiende también a encajar mejor en una fecha tardía.

¿La destrucción del templo? Es difícil de explicar la falta de mención de la destrucción del templo en el año 70 d. de J.C. si el libro fue escrito poco después de ese año, pero es más fácil de entender si se lo escribió a finales de la década del 80 o a comienzos del 90. Dada la evidencia, la estimación mas cercana que se puede hacer es que el cuarto Evangelio fue escrito durante los últimos 15 años del siglo I.

Evidencia interna para la autoría de Juan: Ha sido motivo de mucha disputa. Pero el asunto clave en cuanto a la autoría depende de la identificación del “discípulo amado” en el Evangelio. Este aparece en la última cena, cuando se reclina cerca de Jesús y transmite una pregunta de Pedro (13:23-25). En la cruz el recibió una comisión especial para cuidar de María (19:26,27). Al saber que la tumba estaba vacía corrió delante de Pedro para llegar primero a la tumba (20:2-9). En 21:24, 25 se lo identifica como “el que escribió estas cosas”. Si asumimos que escribir incluye la producción del material, y que “estas cosas” es una referencia a todo el libro y no solo al capítulo 21, entonces el discípulo amado es el autor del cuarto Evangelio.

El discípulo amado: Es uno de los siete mencionados en el capítulo 21. Ya que a Pedro, Tomás y Natanael se mencionan en 21:2, parece obvio que ninguno de ellos es el discípulo amado. De los hijos de Zebedeo, también mencionados en 21:2, Jacobo no puede ser porque fue martirizado durante el reinado de Herodes Agripa I (Hechos 12:1,2); no parece haber vivido suficiente como para alimentar la creencia de que no moriría (ver21:23).

Es improbable que alguno de los dos discípulos no nombrados en 21:2 pueda ser el discípulo amado, porque son personalidades no muy conocidas. La interpretación tradicional de que Juan el apóstol es el discípulo amado es una elección razonable. Hay quienes pueden objetar que sería una muestra de orgullo de parte de Juan el llamarse “amado”, pero el uso de este término también puede que sea una expresión de agradecimiento por el amor de Dios por alguien que previamente había sido conocido como un “hijo del trueno” Mar. 3:17.

Testimonio confiable: Otra dificultad aparece en la identidad de aquellos mencionados en el plural “sabemos” de 21:24. ¿Es un grupo de líderes de la iglesia que testifican acerca del testimonio confiable del discípulo amado? ¿O es una afirmación modesta del mismo discípulo amado de que su testimonio es verdadero? Aunque surgen dificultades con cualquier elección, parece mejor entender esta declaración como una afirmación del mismo discípulo amado en cuanto a la confiabilidad de su testimonio.

Escuela de Juan: Una teoría popular detrás de la producción del cuarto Evangelio, ampliamente aceptada hoy, es que el libro es producto de un grupo o comunidad alrededor de Juan que se preocupaba con el estudio, la enseñanza y la escritura. Muchos creen que esta “escuela” estaba involucrada en la producción del Evangelio a través de varias ediciones y etapas. Entre los principales proponentes de este enfoque están Raymond Brown y R. Alan Culpepper. Aunque es difícil refutar las sugerencias de Brown y Culpepper, seguirlas envuelve aceptar presuposiciones más difíciles que aceptar el testimonio de que el Evangelio sea el producto del discípulo amado al que hemos identificado como Juan, el hijo de Zebedeo. La mejor solución para nosotros es que Juan el apóstol es el autor del Evangelio.

CARACTERÍSTICAS. El estilo del Evangelio de Juan involucra una profundidad simple. La simplicidad viene de dos fuentes. Los términos usados por Juan (luz, tinieblas, vida) son familiares y no envuelven conceptos abstractos en una primera lectura.

El estilo de escritura incluye mucha parataxis, una clase de conexión entre las oraciones que utiliza cláusulas más coordinadas (conectadas por “y” y “pero”) que subordinadas (conectadas por “a causa de” o “para que”). Esto produce un fluir del texto que es fácil de leer.

Fiestas religiosas: El Evangelio de Juan enfatiza la asistencia de Jesús a las fiestas religiosas de los judíos. Se mencionan tres Pascuas (2:23; 6:4; 13:1) con una fiesta que no se nombra en 5:1; esta, de ser otra Pascua, claramente agregaría un año al ministerio de Jesús. También se menciona la fiesta de los Tabernáculos (7:2) y la de la Dedicación (10:22).

Ministerio de Jesús en Judea. El Evangelio de Juan suplementa la información de los Sinópticos con un énfasis con el ministerio de Jesús en Judea. Los Sinópticos sugieren también el ministerio en Judea (note la visita de Jesús a la casa de Marta y María en Lucas 10:38-42); pero el Evangelio de Juan brinda el relato más completo de su ministerio allí (note que los eventos de 2:13—3:36 ocurren en Judea).

Jesús es Dios. El Evangelio de Juan presenta la deidad de Jesús en palabras y acciones audaces y directas. Las palabras de Jesús afirman su deidad (10:30), sus acciones prueban su deidad (5:36). Hay dos aspectos cristológicos ausentes en los Sinópticos pero incluidos en el cuarto Evangelio: La preexistencia de Cristo (1:1; 8:58; 17:5) y la designación de Jesús como “Logos”. 1:1; 14. La humanidad de Jesús, mucho menos enfatizada en el cuarto Evangelio, no está ausente. La mención de la encarnación 1:14 implica su humanidad; aspectos tales como la compasión humana (11:35, 38) y el cansancio (4:6) presentan claramente al Jesús humano. Otra característica de Juan que apoya las afirmaciones de deidad es la presencia de los pasaje “Yo soy”. En siete pasajes: 6:35; 8:12; 10:7, 9; 10:11, 14; 11:25; 14:6; 15:1. Jesús reclamó para sí mismo un atributo que propiamente sólo podía otorgarse a Dios.

LUGAR DE ORIGEN. Hay mucho desacuerdo en cuanto al lugar de origen del Evangelio de Juan. Algunos han sugerido Alejandría, en Egipto, en base a la semejanza de Juan con Filón, quien también discutió el concepto de “logos”. Irineo afirmó que Juan escribió desde Éfeso.

Otra evidencia patriótica en forma uniforme apoya a Irineo. La determinación del lugar de origen no es significativa en la interpretación de este Evangelio, y es difícil hablar con certeza de una ubicación específica. La sólida evidencia patriótica parece aprobar a Éfeso, pero su origen efesio no debe ser sostenido con demasiada tenacidad.

DESTINO. El cuarto Evangelio no sugiere una posible audiencia. Si uno decide que Juan escribió mientras vivía en Éfeso, parece probable que lo escribiera para los residentes cercanos a la ciudad. La cuestión del destino es incierta, pero se puede unir con la comprensión del propósito del Evangelio

PROPÓSITO. Juan incluyó una declaración de propósito más precisa en su Evangelio que lo que hicieron los autores de los otros Evangelios. El propósito expresado en Juan 20:30-31 sugiere varios aspectos:

Uno: Juan fue selectivo. Su Evangelio sugiere que conocía acerca de otras señales realizadas por Jesús, pero selecciono sólo algunas de ellas para ponerlas por escrito.

Dos: El libro es evangelístico. Este es el significado obvio de 20:31. Juan escribió para ayudar a otros a que creyeran en Jesús como el Cristo.

Tres: El Evangelio se enfoca en los judíos; estos estarían más interesados en la cuestión acerca de la identidad del Mesías, el Cristo. Algunos han sugerido que aquellos con más interés en cuanto al tema serian judíos y prosélitos judíos que entendían el significado del “Cristo” y estaban buscando aprender más de los cristianos, con los que estaban en dialogo. De esta manera los judíos de la Diáspora pueden encajar mejor en este contexto.

Cuatro: Es posible que Juan escribiera con un propósito secundario. Corregir el énfasis mal orientado de un grupo que había crecido alrededor de la figura de Juan el Bautista. En Hechos 19:1-7 se nos muestra que Juan el Bautista tenía un grupo de seguidores en Éfeso durante la época de Pablo.

Nota: El Evangelio de Juan enfatiza que Jesús era superior a Juan el Bautista y que tenía una afirmación de su superioridad celestial (3:25-30; 5:33-40) Estos hechos pueden demostrar un interés en contrarrestar la influencia, de un grupo de devotos, de Juan el Bautista.

Cinco: Algunos han sugerido que Juan emprendió una polémica en contra del judaísmo. Es cierto que los judíos incrédulos son señalados frecuentemente por su oposición al evangelio (5:10-18; 6:41-42; 11:47-54), pero la misma resistencia también aparece en los Sinópticos.

RESUMEN DEL EVANGELIO DE JUAN

UNO: Hay más detalles biográficos en el Nuevo Testamento acerca de Juan que acerca de todos los demás autores, con excepción de Pedro y Pablo. Estos detalles que por lo regular se dan por Él mismo en sus cinco libros, son tan claros y vivos, que el hombre parece estar vivo y delante de nosotros mientras leemos. Le vemos distintamente como un discípulo de Juan el Bautista,

DOS: El primer discípulo de nuestro Señor; con Andrés el pescador del mar de Galilea; su primer llamamiento al servicio y compañerismo continuados con Jesús; Uno de los doce apóstoles a los judíos y el último que murió. Su gran prominencia entre los doce antes y después de la muerte de nuestro Señor; un «hijo del trueno» entre ellos; un escritor inspirado; un maestro de amor; conocimiento cierto y seguridad que nunca dudaba; un testigo positivo que nunca se enreda en su testimonio; un teólogo; y un anciano.

TRES: Juan estuvo siempre más cerca de nuestro Señor y el más amado; un desterrado sufriendo tribulación por la fe, y el veedor preeminente. Sin duda

todos los doce fueron primeramente discípulos de Juan el Bautista (Hechos 1:21, 22); pero de Juan se afirma distintamente (Juan 1:35-39). Aun en su vejez se acuerda de la misma hora en que por primera vez vio al Salvador.

Nota: La fundación de toda la teología de Juan es que vio primero a Cristo como "El Cordero de Dios." No como rey, profeta, sacerdote, o juez, sino como el Sacrificio propiciatorio que quita el pecado del mundo. Así la mayor parte de nosotros primero vemos conscientemente a nuestro Señor como un Sacrificio, o Salvador del pecado, antes bien que en sus otros oficios.

CUATRO: No hay dudas de que Juan fue el discípulo más cercano a nuestro Señor. En cinco ocasiones distintas e importantes se declara ser "el discípulo a quien amaba Jesús":

  • No. 1: Cuando en la «última cena» su cabeza descansaba sobre el pecho del Señor y recibió el anuncio de la entrega de Jesús (13:23);
  • No. 2: Cuando en la cruz nuestro Señor recomendó su madre a su cuidado
  • (19:26);
  • No. 3: Cuando a Él y a Pedro, María Magdalena dio las noticias del sepulcro vacío (20:2);
  • No. 4: Cuando en el Mar de Tiberíades reconoció al Señor resucitado (21:7);
  • No. 5: Cuando Pedro mandado a seguir a nuestro Señor, pregunta, «¿qué hará este hombre?» (21:20). Pero esta proximidad es aún más evidente cuando, con frecuencia en su evangelio, descubre el corazón de su Señor.

CINCO: Prominencia entre los Doce.

  • No. 1: Es uno de los cuatro que fueron llamados al servicio continuo (Mat. 4:18; Marcos 1:16-20), y los mismos cuatro constituyen el primer grupo en las cuatro listas de los apóstoles (Mat. 10:2 en adelante; Marc. 3:16 en adelante; Luc. 6:14 en adelante; Hechos 1:13 en adelante).
  • No. 2: Es uno de los tres más íntimos que fueron honrados especialmente
  • por nuestro Señor en presenciar la resurrección de la hija de Jairo (Marcos 5:37; Lucas 8:21); para presenciar la transfiguración (Mateo 17:2; Marcos 9:2; Lucas 9:28), y para presenciar su agonía en Getsemaní (Mateo 26:37; Marc. 14:33).
  • No. 3: Esta asociado con Pedro, el apóstol principal, al preparar la «última Cena» (Luc. 22:8); al estar en el juicio de nuestro Señor en casa de Anás (Juan 18:16); al visitar el sepulcro de nuestro Señor (Juan 20:2-8); al sanar al cojo en la puerta del templo y al estar en todas las circunstancias acompañantes (Hechos 3 y 4); al ser enviado por los otros apóstoles para conferir el don del Espíritu Santo a los conversos samaritanos de Felipe (Hechos 8:14 en adelante); en ser reputado como columna en la iglesia de Jerusalén.
  • No. 4: El y su hermano Santiago reciben el nombre de "Los Hijos del Trueno" entre los doce (Marcos 3:17). Sin ninguna autoridad algunos comentadores han hecho que este sobre-nombre sea un término de reproche haciéndolo una anticipación de un acontecimiento muy posterior (Lucas 9:51) en que Juan es reprendido por nuestro Señor. No
  • hay relación entre el conferir el sobrenombre y el acontecimiento. Así como Simón fue honrado de recibir el sobrenombre Pedro, así Santiago y Juan son honra por el sobrenombre "Boanerges." La palabra señala su evidente poder y energía.

SEIS: Juan como un Testigo. Más que ningún otro de los doce cumple Juan el oficio del testigo predicho por nuestro Señor (15:27), y particularmente como un testigo de su resurrección (Hechos 1:22). Da Énfasis al hecho de que Juan el Bautista, nuestro Señor mismo, sus obras, el Espíritu Santo, el agua y la sangre son todos testigos entre los cuales él tiene que estar, dando testimonio. Por esto, cuando vio que el agua y la sangre salieron del costado de Cristo al ser herido, cumpliendo dos escrituras del Antiguo Testamento que le identificaron como el Cordero Pascual y el Salvador sufriente, pone cuidado en añadir: "Y el que lo vio ha dado testimonio (y su testimonio es verdadero), para que vosotros creáis.”

  • No. 1: En verdad, considera todo su Evangelio como la evidencia de un testigo que tiene el propósito de que crean: "Este es el discípulo que da testimonio de estas cosas, y escribió estas cosas: y sabemos que su
  • testimonio es verdadero" (21:24); mucho tiempo después identifica el autor del Apocalipsis como el Juan que había así dado testimonio en su Evangelio (Apoc. 1:2).
  • No. 2: De modo que considera todo el libro del Apocalipsis, como el testimonio al Señor resucitado (Apoc. 32:18-20), y en todas partes del relato de este testimonio pone cuidado en decir, "Y yo, Juan, soy el que oí y vi estas cosas" (Apoc. 22:8). Como si anticipara las dudas y el examen minucioso del futuro escepticismo, nunca se enreda al dar evidencia, nunca duda sus hechos, sino que habla con conocimiento positivo y plena seguridad.
  • No. 3: Juan en sus propias palabras: "Lo que era desde el principio, lo que hemos oído, lo que hemos visto con nuestros ojos, lo que hemos contemplado, y nuestras manos han palpado, concerniente al Verbo de la Vida (pues que la vida fue manifestada, y nosotros la hemos visto, y damos testimonio, y os anunciamos la Vida, aquella Vida eterna, que estaba con el Padre, y fue manifestada a nosotros); lo que hemos visto pues, y oído, esto os lo anunciamos, para que también vosotros tengáis
  • comunión con nosotros; y verdaderamente nuestra comunión es con el Padre, y con su Hijo Jesucristo" (1a de Juan 1:1-3).
  • No. 4: Hombre interior: «Mas en cuanto a vosotros, la unción que de él habéis recibido, permanece en vosotros, y no tenéis necesidad de que nadie os enseñe: al contrario, así como su unción os enseña respecto de todas las cosas, y es verdadera, y no es mentira, y así como ella os ha enseñado, así vosotros permanecéis en él.», (1a de Juan 2:2l)
  • No. 5: Juan presencia una aparición del Señor cuando los que le vieron quedaron aterrados y espantados, suponiendo que veían un espíritu, y le oyeron decir: "¿Por qué estáis turbados? ¿Y por qué se suscitan tales razonamientos en vuestros corazones? ¡Mirad mis manos y mis pies, que yo mismo soy! ¡Palpadme y ved, porque un espíritu no tiene carne y huesos, como veis que yo tengo!" (Luc. 24:38, 39).

SIETE: Juan el Teólogo. Algunos manuscritos dan esta descripción como el título de su libro: «El Evangelio de Juan, El Teólogo.» Aunque las palabras «El Teólogo» son adiciones de una mano posterior, son evidentemente veraces.

Como prueba de esto compárese la etimología de la palabra "Teología" con el prólogo de Juan (1:1-18) que es la norma según la cual todo su evangelio está desarrollado.

Prioridad: Lucas no expresa el interés en el cumplimiento de la profecía mesiánica como Mateo. Esta omisión señala hacia su meta en una audiencia gentil. Hay otras indicaciones de un interés en los gentiles que aparecen en la descripción de Jesús como una luz a los gentiles en 2:38 y en el hecho de que la genealogía de Lucas 3:23-38 comienza con Adán como el progenitor de la raza humana más bien que Abraham, como en el Evangelio de Mateo. El descender desde Adán sería un hecho de interés universal para todos los seres humanos, tanto judíos como gentiles.